“Medité en los años que me faltaban por vivir y llegué a la conclusión de que sin ella (Rosa, la bella) no valían la pena, porque nunca encontraría, en todo el universo, otra mujer con su pelo verde y su hermosura marina. Si me hubieran dicho que iba a vivir más de noventa años, me habría pegado un balazo.” Esteban Trueba.
Sí. Si Esteban Trueba -hombre de ideales conservadores incorruptibles, con una distorsionada imagen de la realidad, la bondad y la maldad, y un carácter explosivo a la menor provocación- hubiera tenido el don de Clara para visualizar la cadena de trágicos acontecimientos en que se vería inmerso él, su familia y su propio país, morir en ese instante habría sido un gran alivio y ahorro de grandes pesares. Sin embargo, no habría historia que contar.
Una historia de extravagancias, espíritus del más allá que conviven con los del más acá, amores y desamores, resentimiento y venganza. Una historia que inicia con la familia Del Valle, y continua con la familia Trueba.
Pero no es una historia ordinaria que refleja solamente el pasar de las generaciones en las que las hijas se convierten en madres y posteriormente en abuelas. Sino que, de igual modo, refleja la historia de un país latinoamericano, de los más apartados del continente. Un país cuyo pueblo agoniza por el mezquino trato de los señores feudales protegidos por el partido oficial del gobierno que siempre gana “democráticamente”, un país que es azotado por un terremoto que deja miles de muertos, acontecimiento que predijo Clara, la clarividente. Pero con el paso de los años, la llegada del progreso y la guerra en Europa, la gente se levanta en armas exigiendo igualdad, mejores condiciones laborales, reparto equitativo de la tierra a quien la trabaje, la inclusión de la mujer en la vida política y laboral. Una historia común que se repite en todos los países hermanos de América Latina.
Esteban Trueba ve horrorizado cómo su partido después de tantos años pierde ante el comunismo y el socialismo. Pese a ello, lucha por devolverle la paz a su país, sin imaginar que ello desembocaría en una dictadura más cruel que cualquier gobierno comunista, dictadura que le arrebataría a uno de sus hijos.
Historias de amor; el amor frustrado de Esteban Trueba por Rosa, la bella. El amor prohibido de Blanca (hija de Esteban) y Pedro Tercero García. El amor revolucionario de Alba (nieta de Esteban) y Miguel. El amor infinito de Esteban Trueba a su nieta Alba, quien fue depositaria de todo el cariño que no pudo demostrarle a Clara y a Blanca. Y en contraste, el resentimiento y la promesa de venganza del ilegítimo nieto de Esteban, quien sería una eslabón en la cadena de tragedias, consecuencia de acciones cometidas en el pasado.
Dos historias, la de la familia y la del país, que se entrelazan de manera armónica atrapando al lector desde la primera página. Un libro, y una autora, que pasan a ser de mis predilectos.
“Escribo, ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente.” Alba Trueba
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